Hinchas de La Roja escribieron miles de cuentos con diversas historias sobre la Selección Chile y el fútbol en general. Estos fueron los premiados por el jurado.
1er Lugar: Ricardo Montero
Un pueblo sin memoria. Nada para recordar. 100 años de frustraciones. Un siglo de excusas. Décadas de injusticias. La presión encima. 18 millones por la liberación. El derecho de esos humanos. El teatro que no respetaron. El coliseo que aguanta todo. 120 minutos. 11 por la redención. Alegría y espanto. El 7 atrás el 1 al frente. Nada había cambiado. Por los que ya no están. Y la pica. Una interpretación distinta. ¡La Pica! Que irresponsabilidad más grande. La genialidad requerida para romper la historia. La insolencia necesaria para recobrar la memoria. Parte de la justicia pendiente. Para significar la memoria. La reparación perseguida. El que no la tiene. es un pueblo sin futuro.
2do Lugar: Esteban Reyes
Recuerdo el último partido de chile con Bolivia para el mundial Francia 98, viendo el partido con mi familia en Maipú, cuando llegó el pitazo final, todo fue celebración y con mi hijo que tenía 5 años, le decía nos vamos a Francia, tomamos una micro y llegamos a la plaza de Maipú, y mi hijo con una reacción me dijo, papá, papá, llegamos a Francia.
3er lugar: Francisca Barreda
Cinco pasos nos separan de la gloria. Un impulso, 11 metros, tres segundos, tres palos y un balón. Un papá con su pequeña hija en el estadio. Dos amigos abrazados. Niños agolpados en frente de un televisor. Un aroma a asado. Tres hinchas mirando al cielo. Cuatro guardias en la pista atlética rezando. Un silbido. Una posibilidad de cambiar la historia. Un impulso, 11 metros, tres segundos, tres palos y un balón. Silencio. Chilenos helados, sumidos entre el pavor y la explosión. Un camino culminado. Seis partidos jugados. Una mirada segura. Una gota en la frente. Un trote. Un toque. Un portero superado. Un micro suspiro seguido por una exhalación: ¡GOL! Chile es campeón. 14 palabras. Una explosión. 14 palabras. Chile es campeón.
Mención Honrosa: Jaime Prieto
La noche de la lluvia feliz. 6 de julio de 1996 y con 16 años tuve una cita que terminó en mi primer amor. Bajo la lluvia, romántica como las de antes, con nerviosismo, incertidumbre, pocas palabras, emoción contenida y un abrazo final. Una cita en que estás rodeado de mucha gente, pero sólo existes tú y tu enamorada. Desde que la vi entrar de rojo, supe que era el día y momento indicado. Los primeros coqueteos fueron inseguros, lentos y con miedo, como quien arrastra el dolor de relaciones complejas. Sin embargo, una torrencial e inesperada lluvia pareció unirnos en abrazos inolvidables y un recuerdo histórico. Esa lluvia marcó nuestro amor y el futuro. Fue la noche feliz bajo la lluvia. La noche del 4-1. La noche del primer amor.
Mención Honrosa: Mauricio San Martin
La Roja es la vida misma. Mi uso de razón viene con azkargorta, nuestra historia no ha sido fácil siempre remando desde atrás con inmensa valentía. Crecer en la era Sa-za fue amor verdadero y esforzarme más en la vida era obligación porque Iván daba el ejemplo en Madrid. Con la roja aprendí a llorar demasiadas veces antes de la medalla de bronce, antes de Bielsa y entender que la lealtad a pesar del resultado era parte de mi vida. Ver la transformación mágica de la generación dorada era volver a enamorarse. Tuve la suerte de estar en la final del 2015 esa noche inolvidable, grité por los que no pudieron ir y parece que dio resultado. La Roja más que una camiseta de color, es la vida misma amigos míos.
Mención Honrosa: A.L.
¡Se perdió la pelota! Entré corriendo al fondo del patio, mi mamá gritó: "Lucho, ¿qué te pasó?". No alcancé a responder. La vecina llamó a la puerta: "Señora Rosa, su hijo casi rompe un vidrio de mi ventana; tome la pelota, es la última vez que la devuelvo". Yo algo triste. Mi mamá comprensiva sabía que el pasaje era estrecho. Me dijo: "Ven, juguemos los dos". Yo estaba al arco, ella cabeceaba la pelota. De pronto le pegó fuerte y desviado. La pelota cayó donde la vecina. Nos asomamos por la pandereta divisora. Lo primero que vimos, colgada de un cordel, una sábana blanca, muy blanca, pero tenía al medio la marca del pelotazo. Mi mamá me miró y dijo: "Lucho, perdimos la pelota".
Mención Honrosa: Joaquín Bachler
Estábamos sentados tomando once, mi mamá había preparado un queque de chocolate, mi papá había comprado sopaipillas, mi hermana daba vueltas por la pieza ¿Por qué se demoran tanto en meter la pelota papá? Y Alexis estaba solo frente al arquero ¿Por qué todos lo miran mamá, están todos parados? Alexis la picó. Todos gritan mamá, Gol, gol, metieron el gol. Los con la polera celeste y blanco están tristes papá, qué paso. Mi papá también lloraba, pero por otra razón.
Mención Honrosa: Valeria Alviña
El mejor gol. La Romina se fue ganando poco a poco la titularidad del arco y los hinchas del club ya la reconocían como una gran arquera. Y entre voladas de película, tapadas imposibles y achiques inspirados, el amor se cruzó en su camino y sin esperar el pitazo final, al terminar el segundo tiempo, el Yonny, el arquero de primera, en un despeje descomunal, le hizo un gol maravilloso. De arco a arco y que todo el público esa tarde salió comentando que ella se lo había dejado hacer. Las manos de la Romina la habían sacado del anonimato y supo, a punto de terminar el campeonato, nueve meses después, que esas manos eran toda la protección que su hija necesitaría en la vida.
Mención Honrosa: Rodrigo Hernández
He llorado pocas veces en mi vida, y recuerdo solo un par de aquellas veces que lloré, pero una de las que sigue dando vueltas en mi cabeza y en mi corazón sucedió un 18 de Junio del año 2014, solo un par de semanas antes del nacimiento de Emilia, mi tercera hija y la cuarta vez que recuerdo haber llorado. Era un día soleado, 3 de la tarde, en Río de Janeiro en el mítico Estadio Maracaná cuando comienza a sonar el Himno Nacional de Chile y en la primera estrofa empiezo a sentir como se eriza mi piel con 50.000 voces cantando nuestro Himno más fuerte y más orgullosos que nunca, luego empiezan a rodar lágrimas por mis mejillas, ese fue el 1-0.
Mención Honrosa: José Antonio Hormazábal
La Roja, sangre de vida. Febrero del 2019 cuando te debatías entre la vida y la muerte, adornado de mangueras y cables en la Uci del Hospital, nació la promesa de “LUCHAR POR VIVIR” al saber que irías a la Copa América Brasil 2019, para acompañar la selección, inexplicablemente renaciste bajo los pronósticos más adversos, y lograste cumplir ese sueño de todo chileno en cantar el Himno Patrio en tierras lejanas, con una merecida victoria ante Japón. Pero no sería fácil, quedaste sin vuelo por quiebra de Aerolínea, ¡SE JUNTÓ LA SANGRE ROJA! Se unieron los chilenos y vía terrestre recorriendo Brasil por más de 30 Horas, desde Salvador de Bahía a Rio Janeiro y en el mítico Maracaná, sellamos la clasificación.
Mención Honrosa: Gabriela Pérez
Querido 4 de Julio. Ese día amanecí enferma, tenía fiebre y alguien me robó la voz. Era invierno, pero hacía calor, estaba en Codo Andes Sur y el sol me pegaba de frente. Me sentía mal, pero sabía que sería un día especial. Mi único pensamiento era, cómo iba a alentar a Chile sin voz. Fue el partido más largo de mi corta vida. 120 minutos eternos que me llenaban de ilusión, estaba tan ilusionadamente enferma que se me olvidó y eso es lo lindo del fútbol, que es capaz de borrar todo lo de tu alrededor, incluso bajar la fiebre. Y tuve que esperar a ese último penal para sanarme, ese penal me devolvió la voz, tanto así que pude gritar Chile Campeón.
Mención Honrosa: Nicolás Hernández
Comenzó a correr hacia el balón y mis ojos se llenaron de lágrimas. El Nacional esta vez rebosaba de pasión y aliento. Éramos todos uno. En cada butaca, en cada hogar y en cada esquina. Alexis le pega y mis mejillas ya contienen gotas de emoción. No era ganarle al enemigo, esta claramente no era una guerra. Era la sensación de que esa noche, en unas de milésimas de segundos más, todo un pueblo iba a abrazarse y unificarse por un instante. Mi familia, mis amigos, la señora de la esquina y también los olvidados. La pelota comienza a sobrepasar la línea que nos separaba de la gloria y mi cuerpo se fundió en la euforia colectiva. Lo logramos, al fin… lo logramos, todos nosotros.
Mención Honrosa: César Cerda
Tres generaciones. Año 2015, es noche con la Luna, Venus y Júpiter alineados en el cielo. Un buen augurio. En el estadio, un hijo, su padre y su abuelo juntos en el codo norte, nerviosos, observando al niño maravilla frente al balón. EL abuelo piensa en Leonel, el padre en Caszely y el hijo confiado en su ídolo de siempre. El niño se mueve… por un segundo el silencio es sepulcral. Nuestras banderas apretadas contra el pecho...Patea y lentamente es gol. Tres generaciones gritando al unísono: campeones por fin. No podemos sostenernos en pie, y lloramos abrazados.Y nuestras tricolores se humedecen por las lágrimas de una alegría imborrable. La Luna, Venus y Júpiter nunca más serán los mismos.
Mención Honrosa: Natalia Gutiérrez
Ella no paraba de llorar, todo se había acabado, de la manera más triste posible, porque habíamos hecho todo bien, para alcanzar la clasificación, pero no se dio, como otras veces que tampoco se habían dado, y como otras futuras que tampoco se darán. Es lo lindo del fútbol dicen, que todo puede pasar, se acercó un guardia, a decirle que saliera, pero ella no se quería mover. Sintió incluso que su corazón dejó de latir por un segundo, mientras los ganadores seguían festejando en frente de sus narices, ella no pensaba en moverse, y se quedó ahí, hasta que salió el último brasileño del mineirao, y vio como ese arco seguía temblando, por ese cañonazo del minuto 119 que no quiso entrar.